26/5/2017
BOLETÍN N° 15
Adolescentes
Hoy por hoy, la palabra “sexting” o “sextear” forma parte del vocabulario cotidiano; incluso sin haberla utilizado en primera persona, es posible que en algún momento hayamos llevado adelante la acción de sextear aún sin saberlo.
Y por qué lo decimos… Bien, si alguna vez recibiste o enviaste algún mensaje, correo o chat con imágenes o videos de tenor sexual, sea de tu autoría o de alguien más, entonces sexteaste.
De lo que acabamos de decir, se deduce que el sexting consiste en el intercambio consentido de contenido de carácter sexual (erótico o pornográfico) a través de medios electrónicos, entre dos personas (mayores o menores, respectivamente).
Las principales problemáticas asociadas al sexting son: la porno-venganza, la sextorsión y el perjuicio de la reputación.
Esta práctica se ha vuelto algo muy frecuente, especialmente luego de la aparición de las redes sociales y el boom de la conectividad, por lo que resulta de vital importancia entender de qué se trata dicho fenómeno y cuáles son los riesgos y posibles consecuencias de practicarlo, sobre todo considerando que cada vez más chicos y chicas menores de edad lo naturalizan.
En principio, si la obtención y el intercambio de las fotos y/o videos se realiza mediante el acuerdo de ambas partes y se trata de dos mayores o dos menores entre sí, no habría ningún problema ni asunto por el cual preocuparse. Ahora, dada la disponibilidad cada vez mayor de dispositivos móviles y que dicho intercambio en la mayoría de los casos se realiza a través de ellos, si consideramos las altas posibilidades que existen de que alguien acceda a alguno de nuestros dispositivos –y, por ende, a nuestra información- sin autorización, el tema se vuelve más complejo y delicado; ni que hablar cuando, por alguna razón, alguno de los receptores los difunde intencionalmente y caen en manos desconocidas.
Alguien podría pensar que las situaciones hipotéticas que acabamos de enunciar son extremas o muy poco frecuentes, pero justamente ese es el principal error que lleva a las personas a confiarse, no tomar los recaudos necesarios y luego verse envueltas en una situación desagradable, en el mejor de los casos, y hasta extorsiva, en el peor.
Si pensás intercambiar contenido sensible con otras personas, antes de hacerlo preguntate si estás preparado/a para afrontar las consecuencias en caso de que los mismos llegaran a manos de extraños o personas con las cuales no los compartirías.
Los principales riegos de practicar sexting en primera persona -es decir, con nuestras propias imágenes o videos- son:
En tal sentido, por todo lo dicho hasta aquí, desde BA-CSIRT recomendamos implementar los siguientes consejos a los fines de evitar pasar malos momentos por hacer algo que, en principio, parecía divertido: